Loki de Asgard. 
En el Universo Cinematográfico Marvel, el Teseracto es un artilugio de tecnología de Asgard, un mundo lejano gobernado por Odín. Sin embargo, el Teseracto fue extraviado en la Tierra hasta que fue encontrado por Johann Schmidt en 1942. Schmidt, apodado «Cráneo Rojo» intenta usar el Teseracto para alimentar poderosas armas con las que aplastar a las naciones enemigas, pero el plan es frustrado por un grupo de soldados norteamericanos liderados por Steve Rogers, el Capitán América. En los últimos momentos de la contienda, el Teseracto vuelve a extraviarse en el mar, hasta que Howard Stark, buscando al desaparecido Capitán, lo encuentra. En 2012, Loki, hijo adoptivo de Odín y hermano adoptivo de Thor, llega a la Tierra y roba el Teseracto de las instalaciones de SHIELD donde estaba siendo investigado. Loki pretende abrir un portal para que un ejército alienígena (los Chitauri) lleguen a la Tierra para conseguírsela. Aires de grandeza que tiene él… El portal, sin embargo, no puede abrirse sin más, porque al poco tiempo acaba colapsando. Es por eso que el Dr. Eric Selvig, bajo la influencia de Loki, trata de buscar una manera de mantener el portal abierto por un tiempo ilimitado. Y lo que necesita para ello no es otra cosa que iridio.
El Teseracto, oiga.
«Se encuentra en los meteoritos», afirma Selvig en la película. Y así es. El Iridio es un elemento (Ir, número atómico 77) especialmente escaso en la corteza terrestre. Su alta densidad y su afinidad a unirse con el hierro probablemente son las causas de que, por decirlo de alguna manera, se acumulase en el centro de la Tierra en su orígen. Muchos asteroides, sin embargo, son escombros del origen del Sistema Solar que no llegaron a acumularse para formar cuerpos mayores, por lo que su proporción de Iridio respecto a otros elementos no está tan alterada. Así pues, la mayoría de Iridio que podemos encontrar en la corteza terrestre proviene de impactos meteoríticos. Y eso es lo que Loki manda buscar a su equipo de lavados cerebriles (entre ellos Clint Barton, Ojo de Halcón) en Stuttgart, un meteorito. ¿Dónde si no iba a buscar Loki un poquito de Iridio para su máquina de conquistar mundos?
Luis (izquierda) y Walter Álvarez en el límite KT en Gubbio, Italia 1981
Pues si se sabe bien donde buscar… En 1980 un grupo de investigadores liderados por el físico Luis Álvarez estaban tratando de datar con precisión el Límite Cretácico-Terciario (K/T). Pretendían descrubrir en cuanto tiempo se había depositado, para ver si la extinción de los dinosaurios había sido gradual, o bien repentina. Barajaron varios métodos, y al final se decidieron a buscar Iridio. Porque la cantidad de Iridio que penetra nuestra atmósfera en forma de diminutos asteroides es prácticamente constante, de modo que podrían aproximarse a la cantidad de tiempo que duró el declive de los lagartos terribles. Tomaron muestras por todo el mundo de las capas intermedias entre los períodos Cretácico y Terciario de hace 65 millones de años, y ¿qué encontraron? Una concentración de iridio cientos de veces más alta que lo normal. Tanto, que sólo un evento catastrófico como la caída de un asteroide enorme pudo causar tal abundancia. Estos resultados han sido comprobados multitud de veces, y hasta se han encontrado las cicatrices del impacto (podéis leer más al respecto aquí). 
«Nooooooooo!»
Así pues, no hacía falta que Loki buscase un meteorito (o varios) para extraer el Iridio, aunque probablemente fuese la forma más fácil de conseguirlo. La otra opción habría sido ir a los lugares donde aflora el límite K/T, ¡que no son pocos! Por ejemplo, podrían haber ido a disfrutar de las playas y el Flysch de Zumaia (Guipuzcoa) o de las cerámicas de Agost (Alicante). Entre las localidades de nuestro país con afloramientos del Límite K/T también están Caravaca de la Cruz (Murcia) o Sopelana (Vizcaya).
Que reshulones nuestros Vengadores

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