Hacía tiempo que le tenía ganas a este tema. Vayamos por partes: cuando un autor crea una historia, el escenario puede ser muy variado. Puede enmarcarse en nuestro mundo, en un mundo totalmente imaginado, o en un mundo similar al nuestro, sobre el que se disponen caracteristicas puntuales para el desarrollo de la historia. Esta última alternativa no es nada naive, sino todo un desafío para un autor. Y Michael Crichton lo consiguió!
Al igual que comentábamos en el post anterior, si en un relato de ciencia ficción se pretende clonar dinosaurios, nos encontraremos con características de su biología que no conocíamos. Pero también ocurriría el caso contrario: se vendrían abajo teorías. Y eso se muestra muy bien en «Jurassic Park».
En el mundo en el que esta saga tiene lugar, según se nos cuenta en el primer libro, se ha puesto de moda una teoría acerca de la visión limitada de los Tyranosaurus rex, basándose en semejanzas de los moldes de la cavidad craneal de estos terópodos con otros animales actuales.
Con esa teoría metida en la cabeza de los personajes, empieza la visita al parque… y todo sale mal! Y en pleno desastre, Ed Regis, creyéndose a salvo de un T.rex juvenil, se queda quieto pegado a un arbol. El peque, se gira… y lo ataca!
Según Richard Levine, uno de los protagonistas de «The Lost World» (el libro, vaya) si estando quieto, un T.rex no te ataca, es porque no tiene hambre. En este segundo libro vuelve a verse la muerte por culpa de hacer caso a esa teoría: uno de los matones de Dodgson se queda quieto, y un Tyrannosaurus adulto se lo merienda (o cena, no recuerdo bien la hora del día…).

¿Entonces? ¿A qué debemos este común error? A dos cosas: la contrastación de la teoría no llegó a plasmarse en los guiones cinematográficos (al menos en su versión final). Y por otro lado, a lo mismo de siempre… ¡distingamos la ciencia ficción de la realidad!

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4 comentarios

  1. Si un T-Rex no te ataca es porque no tiene hambre o…porque hueles a caca de dinosaurio!! 🙂 😉 jaja!!!!

    Amos, como lo de los toros y los capotes, ¿no?

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