Acaba de publicarse un artículo que propone una nueva clasificación para los dinosaurios y se ha liado parda. Tradicionalmente los dinosaurios se han dividido en dos grandes grupos de acuerdo con la posición de los huesos de su cadera: ornitisquios, o cadera semejante a la de las aves, y saurisquios, o cadera semejante a la de los lagartos. Pero según este nuevo análisis de las relaciones de parentesco entre los dinosaurios, es posible que llevemos más de 100 años haciéndolo mal. Se ha hablado de cambio de paradigma, de sacudida del árbol de los dinosaurios. Pero, ¿Significa esto que llevamos 130 años clasificando los dinosaurios ÚNICAMENTE por sus caderas? En absoluto. A este carácter se han ido sumando decenas de otros caracteres que han mantenido esta clasificación bien consensuada. Vaya, que llevamos 130 años acumulando razones y caracteres y la clasificación resistía.
¿Cual es la novedad? Los paleontólogos Matthew Baron, David Norman y Paul Barrett acaban de publicar en Nature una nueva clasificación. En este artículo, Baron y colaboradores han examinado dinosaurios de todos los grupos y parientes primitivos tratando de arrojar luz sobre el origen y diversificación de los dinosaurios durante el triásico y principios del jurásico, y de su análisis ha resultado una clasificación diferente de la que conocemos.
Los Terópodos estarían más cercanamente emparentados con los Ornitísquios, dejando a los Saurópodos de cuello largo a su bola. O mejor dicho, junto a los Herrerasáuridos, que hasta ahora se tenían por terópodos primitivos. Los nuevos Saurisquios serían ese grupo que incluye Sauropodomorfos y Herrerasauridos, mientras que los Terópodos y los Ornitísquios pasarían a formar un grupo, para el que estos autores han propuesto rescatar el nombre de Ornithoscelida, nombre que ya fue propuesto por Huxley en 1870 para agrupar dinosaurios con patas traseras con características semejantes a las de las aves, como Megalosaurus e Iguanodon.
¿Significa esto que todo está mal? No, significa que es posible, si se confirma esta hipótesis, que las relaciones entre los grandes grupos sean diferentes a las que barajábamos hasta ahora, pero todo lo que sabemos de los dinosaurios no está mal. Sólo habrá que ajustar algunas hipótesis.
¿Cual es el siguiente paso? Pues como siempre en ciencia, poner a prueba este escenario incluyendo más dinosaurios en este análisis, como dinosaurios más derivados del Jurásico y Cretácico y ver qué ocurre. Y proponer nuevas hipótesis para la aparición de los caracteres que agrupaban a los saurísquios clásicos. Y seguir este juego de planteamiento de hipótesis y contrastación, que es como funciona el pensamiento científico. Aquí no hay verdades absolutas ni dogmas, y sólo así logramos avanzar en nuestro conocimiento de los dinosaurios, de la evolución, y en última instancia, del universo.
Referencia: Baron, M.G., Norman, D.B., and Barrett, P.M. (2017). A new hypothesis of dinosaur relationships and early dinosaur evolution. Nature, 543: 501–506. doi 10.1038/nature21700