Hace un par de semanas veía la luz el cráneo de Turiasaurus riodevensis en su presentación en sociedad. A partir de los huesos desarticulados, Rafael Royo y Paul Upchurch pudieron reconstruir el aspecto de la cabeza del gigante europeo y publicar el descubrimiento en la prestigiosa revista Journal of Systematic Palaeontology. Hace más tiempo, pero también recientemente, nuevos dinosaurios españoles fueron publicados, como Demandasaurus darwini, Delapparentia turolensis o Concavenator corcovatus. En lo que llevamos de año, dos tesis doctorales en dinosaurios españoles se han defendido, las de Penélope Cruzado y Fidel Torcida. En los últimos años, se han publicado decenas de artículos en revistas de impacto internacional sobre faunas fósiles de nuestro país. Tortugas, peces, terópodos, estegosaurios. Huellas, huesos, dientes. Vertebrados e invertebrados. Podría decirse que la paleontología española estaba poniéndose a la altura del resto del mundo, a pesar de los oscuros años vividos durante la dictadura en el siglo XX, cuando la ciencia subsistía a duras penas.
Pero parece que un enorme asteroide se dirige hacia la ciencia española, compuesto por ignorancia, intolerancia, superstición y mala leche. Se han podido observar pequeños impactos de fragmentos de este gran asteroide, y las consecuencias han sido grandes recortes en investigación, pero también en educación y sanidad. Y el asteroide mayor amenaza con ser mucho mayor, y su impacto podría destruir por completo la financiación pública de la investigación. Así lo ha expresado el minístro de economía y sostenibilidad, porque al parecer «un aumento en la inversión no implica una mayor competitividad y un mayor crecimiento». El ministro se mostró partidario hace días de eliminar las subvenciones públicas a las investigación e innovación, la llamada I+D+i, para dar paso a la inversión privada. Las respuestas no se han hecho esperar, como la de una diputada del PNV: «en Euskadi, donde la inversión en innovación supera el 2 % del PIB, la tasa de paro es la mitad que en el resto del Estado, por lo que alguna relación habrá».
Vienen tiempos oscuros para la ciencia en España. Sinceramente, los que me preocupan son los que empiezan ahora con sus carreras investigadoras, porque a los que estamos en la última etapa de la tesis siempre nos quedará pedir una postdoctoral e irnos fuera, lejos, muy lejos, para esperar a que se disipe la suciedad que ensuciará la atmósfera tras el impacto. Ah, y si estáis planteandoos manifestaros para protestar, cuidado: a partir de ahora convocar manifestaciones será considerado «delito de integración en organización criminal». Mientras, no os preocupéis que los apoyos a ciertos cultos van a quedarse intactos, así que a falta de médicos o de nuevos tratamientos contra el cáncer, siempre podréis rezar o poner velitas. A pesar de que no vaya a servir para nada.
ufff estamos retrocediendo como los cangrejos… habra q poner al mal tiempo wena cara xq vaya 8 añitos divertidos q nos esperan…..
Totalmente de acuerdo con tus palabras, Paco. La lástima es que esos dinosaurios políticos no se extingan como lo hicieron los otros hace 65 millones de años.