Si bien el más famoso de los dinosaurios terópodos es el Tyrannosaurus rex del Cretácico, en el Jurásico el más conocido es el Allosaurus. Descrito en 1877 por el paleontólogo americano Othniel Charles Marsh, se trataba de un dinosaurio carnívoro que de adulto podía alcanzar entre 9 y 11 metros de longitud y hasta 3 metros de altura, así como un peso de más de una tonelada. Fue tan abundante en este periodo, que se le conoce popularmente como “el león del Jurásico”.
Allosaurus significa “reptil extraño”. Vivió a finales del período Jurásico, aproximadamente entre 156 y 144 millones de años, en lo que hoy es Norteamérica y Eurasia. Se han encontrado varias especies aunque la más conocida es Allosaurus fragilis, de Estados Unidos y Portugal. Allosaurus se conoce muy bien por los fósiles de hasta 44 individuos hallados en un yacimiento de Utah, si bien en Europa, parece que los alosáuridos eran también abundantes. Como el resto de terópodos, era un carnívoro bípedo con grandes garras, patas voluminosas y una gran cola que le servía de contrapeso.
El cráneo de Allosaurus era grande, de hasta cerca de un metro, aunque no demasiado grande comparado con el de otros grandes terópodos. Como característica distintiva, los alósauridos tenían un par de crestas a modo de cuernecillos sobre los ojos. Poseían un largo hocico, y todo el craneo estaba aligerado mediante amplios huecos y fenestras, que también servían de anclaje para las inserciones musculares y órganos sensoriales. Sus mandíbulas estaban repletas de dientes, hasta 60, con borde aserrado, gracias al cual eran capaces de cortar y desgarrar la carne de sus presas.
Los alosaurios debieron depredar sobre una gran variedad de dinosaurios y otros animales del jurásico de todos los tamaños. No obstante, en el caso de especies muy grandes o peligrosas, como los grandes saurópodos, probablemente atacaban a individuos viejos, juveniles o enfermos. Otra opción sería la utilización de una estrategia de caza cooperativa, lo que vendría respaldado por su supuesta vida gregaria. Se han hallado marcas de dentelladas en las vértebras de la cola de un ejemplar de Apatosaurus que podrían corresponderse con los dientes de alosaurios, aunque este dato no nos permite distinguir entre una presa cazada, o un cadáver carroñeado. También hay evidencias de ataques a estegosaurios, como marcas de mordiscos en placas óseas.
El metabolismo y crecimiento de estos terópodos se ha podido estudiar gracias al hallazgo de individuos de gran variedad de edades, así como a partir del estudio de sus tejidos o paleohistología. Los recién nacidos eran ya capaces de andar e iniciarían su dieta a base de pequeños animales. Tanto en Allosaurus como en la mayoría de dinosaurios, es muy posible que hubiese una tutela o cuidado paterno, al menos en sus primeros días. Su crecimiento, tal como se sabe gracias al estudio del tejido óseo, debía ser rápido, como el de las aves. Lograrían alcanzar un tamaño cercano al adulto en 6 o 8 años. Gracias al estudio de su paleohistología, se ha determinado el límite de edad de 22 a 28 años, muy semejante al que se ha obtenido para otros terópodos grandes como Tyrannosaurus.