Hace poco tuve un encontronazo por internet con una de esas personas apasionadas de los misterios del pasado, los ovnis y las patatas voladoras. Según decía, muchos considerados por «nosotros» (la «ciencia oficial») como pseudocientificos, podrian tener razon a la larga, solo que la «ortodoxia cientifica» actual, con sus «teorías imperantes» te obligaban a no salirte del camino que marcaban. Tras tres o cuatro mensajes en el «muro feisbukil» de una amiga egiptóloga (la pobre flipó con la de gente que se puso a comentar en un mensaje suyo en el que decía que estaba harto de la pseudociencia) acabé cabreado, indignado, y con la sangre hirviéndome. Y es que intentar explicarle cómo funciona la ciencia a alguien tan influenciado por Año/Pero y Más Pacá, y que por lo tanto, nos considera poco más que la inquisición del siglo XXI, es como darse cabezazos contra la pared.
Expuse la realidad en la que nadamos nosotros: teorías que vienen y van, artículos que apoyan una cosa u otra, debates en torno a un tema, diferentes escuelas… Intenté darle a entender que no existe ninguna prohibición de que un jóven publique algo, siempre que esté bien documentado. Que en ciencia se trabaja con evidencias, no con dogmas, y que si alguien propone algo extraño, pero que está bien evidenciado, se acaba publicando. Y que trabajando en investigación hace falta una gran dosis de humildad: nuestra teoría no tiene por qué ser la cierta, hay que dejar hablar a los datos.
Vamos a ver, gente ¿Cuantos de vosotros tenéis miedo a publicar un resultado? ¿A cuantos nos han amenazado con que al final nuestra tesis tiene que dar que X=5? ¿Cuando, siendo un trabajo lo suficientemente bueno, nos lo han echado atrás, por no estar firmado por el famosillo de turno o por ser contrario a lo que otras dicen?
Esto pone en evidencia una parte muy importante de la divulgación, que ya comenté en su momento aqui: el método científico. Porque la gente no sabe cómo funcionamos, cómo llegamos a conclusiones, cómo afirmamos o desmentimos cosas. Así que, de una vez por todas, que quede claro: no existe ninguna «ciencia oficial» a modo de «vaticano de las ciencias» que nos diga que teoría debemos apoyar. Si se construyen hipótesis, teorías, y paradigmas, es a base de evidencias constatadas, explicaciones sencillas y parsimoniosas con el resto de conocimientos y mucho, mucho trabajo. ¡Hombre ya!