Desde ese momento, la emoción se transformó en espera, y en tachones en los calendarios. El EJIP por fin había dado el salto a otro país vecino, y no nos lo podíamos perder! Ante semejante reto, podían pasar dos cosas: o bien la gente se echaba atrás, por tratarse de un destino más lejano que antaño, o se producía una avalancha de gente, movidos precisamente por las ganas de conocer Portugal.
Y la historia nos lleva directamente al miércoles pasado: pequeños y no tan pequeños grupos de jóvenes investigadores y estudiantes van llegando a Torres Vedras a lo largo del día. Y poco a poco se conforma un grupazo de más de 100 asistentes. Y desde esa misma noche, el ambiente típicamente EJIPero, se instala. Porque ese día, previo al congreso, la gente podría haber cenado desperdigada, pero no fue así. Desde el primer día, y salvo pocas y raras excepciones, la unión ha seguido siendo una de las propiedades del encuentro.
En los dos días siguientes, compartimos nuestros actuales trabajos. Revisiones históricas, invertebrados, estudios isotópicos, dinosaurios, osteictios y mamíferos desfilaron ante nuestros ojos. El sábado, nos acercamos a la costa en el clásico fieldtrip, para conocer de cerca las formaciones jurásicas. Y el domingo, parte participó en la visita a Lisboa, y parte nos volvimos a nuestras tierras.
Es curioso, año tras año, nos reunimos, la mayoría nos conocemos, aparecen caras nuevas… pero el espíritu persiste. El espíritu de andar juntos en el comienzo de la carrera investigadora. Y es que, como reza el himno del Liverpool, “You’ll never walk alone”.
¡Nos vemos en Enciso!