Escupiendo, escupiendo, triunfé patinando… |
Partamos de una idea clave: Jurassic Park es un relato de Ciencia-ficción. Hasta ahi esta claro, ¿verdad? En la novela y película, se plantea la posibilidad de clonar organismos extintos, de los que solo conocemos sus restos fósiles. Imaginad ahora que en la actualidad no tuviéramos camaleones. Su aspecto en vida se reconstruiría con su piel escamosa, pero sin imaginar que pudiesen cambiar la tonalidad de su piel, ya que no hay ninguna marca en sus huesos que nos diga que tienen esta capacidad! Si en esta realidad paralela con camaleones extintos, se estrenara una película en la que los clonan, hacen un parque con camaleones clonados y les añadieran su capacidad de cripsis (capacidad de camuflarse, en este caso, cambiando el color de su piel), seguramente esta peli se llevara alguna crítica al respecto! En contraste, esta capacidad jamás aparecería en un documental o en una reconstrucción seria y realista alejada de un relato de ficción, ya que necesita de una gran cantidad de especulación.
Lo siento, tenía que hacerlo. |
¿Adónde quiero llegar con todo esto? Muy facil. Si clonamos un animal extinto, veríamos manifestarse muchas caracteristicas fisiológicas que nos son desconocidas, ya que no se preservan en los fósiles. Y es que lo más «fácilmente» conservable en el registro fósil son las partes duras de los organismos (conchas, huesos, dientes…). Partiendo de esta premisa, es totalmente justificable que en un relato de ciencia-ficción (¡ficcióóóóóóón!) se fantasee con cualidades no conservables.
Es el problema de las cosas que no fosilizan… |
Dilophosaurus no es el único caso, aunque si el más visual, dado que aparecieron en la película de 1993 y fueron incluso algunos de los agraciados para aparecer en maravillosos juguetes de JP y JPIII (si, aunque no salían en la película). En las novelas Jurassic Park y The Lost World, los raptores tienen cierta capacidad camaleónica, aunque los dinosaurios que la tienen más desarrollada (una vez más, recordemos, fantaseando ficticiamente) son los Carnotaurus que se describen en la Isla de Sorna. Carnotaurus es un género de dinosaurio carnívoro (terópodo) del Cretácico que se hizo famosillo por ser los malos malísimos en la película «Dinosaurio» (2000) de Disney, en la que una manada variopinta de dinosaurios busca… esto… si, busca un valle. Otra vez. Pero bueno, el caso es que los «Carnotauros» son los villanos de la historia, persiguiendo a los protagonistas.
Anda que no molaba el Dilopho electrónico con grito y tal. Tomado de JPToys. |
Esta confusión, el denominar al Dilophosaurus «el que escupe veneno», es por lo tanto un error de discriminación entre lo que es ficción y lo que no. Hay que explicar bien a la gente que una cosa es una película de ficción, y otra muy diferente, un documental. Asi que no hace falta que critiquemos los «venenos dilophosaurianos» de Jurassic Park, porque cumplen su función: entretener, imaginar y fantasear basándose en contenidos científicos. Pura ciencia-ficción. ¿Y la vela alrededor del cuello, como en los clamidosaurios? Eso es más licencia cinematográfica que nada, ya que por lo visto se añadió para aumentar su teatralidad. Preferimos pensar que semejante vela es toda de tejido blando y no dejaría registro fósil, ¿verdad?
¡Soy un clamidosaurioooo! WikiACAM. |
Curiosamente, tiempo después, en 2009, ¡se publicó un dinosaurio venenoso! Pero lejos de ser un bichejo que escupe veneno a los ojos de informáticos corruptos mientras intentan salir de la isla, el veneno de Sinornithosaurus (el bicho en cuestión) estaría en sus dientes superiores. ¿Y como se sabe esto? Porque durante el estudio detallado de este raptorcete se vieron una serie de cavidades asociadas a los dientes muy semejantes a las que tienen algunas serpientes venenosas, y que alojan las glándulas con veneno. Así que, a falta de una explicación más plausible, parece que Sinornithosaurus tenía un mordisco venenoso.
El cráneo de Sinornithosaurus con las posibles fosas y canales relacionados con veneno. Tomado de Not Exactly Rocket Science. |
Curiosamente, no me había dado cuenta de la relación de estas dos cosas (que Michael Crichton imaginase un dinosaurio venenoso y que años después se descubriese uno) hasta que, hablando esta mañana con Soto, me ha preguntado por ese tipo de «apuestas arriesgadas» que han salido bien a la larga.
Así que ya sabéis, cuando acudáis a ver Jurassic Park 3D a partir de este viernes a los cines, no miréis con odio al pobre Dilophosaurus, que el pobre es un monstruito de la ciencia-ficción.
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