Ayer estaba leyendo en el blog «El Retorno de los Charlatanes» un artículo que me dejó bien agusto y me dejó con ganas de escribir acerca de la televisión. Se trata de «Carta abierta a Enrique Pérez Vergara, Flipy«. Dicho documento hace una reflexión de lo que significa para un científico o divulgador un huequecillo en la televisión. Antaño hubo programas como «Cosmos» que fueron un éxito tremendo. Más recientemente, «Caminando entre Dinosaurios» logró colarse en el prime-time de los sábados por la noche (que me acuerdo yo), pero éstas son raras excepciones. Porque (y ahora viene la parte que más duele) si una cosa abunda en la televisión actual, es la basura. Si, señores, llámenlo como quieran, pero es lo que hay. Es lamentable que en pleno siglo XXI, hayamos conseguido tanto, y a la vez tan poco.
Cada pocas semanas, nuestro planeta atraviesa la órbita de algún cometa y los fragmentos que dejó atrás entran en nuestra atmósfera entrando en combustión, como ocurrió recientemente con la lluvia de meteoros de las Leónidas. Pero la gente está ocupada viendo si la Esteban se lima las uñas. Estamos apunto de terminar el 2009, Año Internacional de la Astronomía y Año Darwin, y las televisiones hacen especiales para que la Campanario cuente toda la verdad, antes que dedicarles cinco minutos a Darwin y Galileo. Estas señoras (ya me da igual, la Campanario, la Esteban o Rita la Cantaora) deben haber hecho mucho bien a la humanidad, creo yo. Si, estas personalidades deben habernos quitado las bendas de los ojos. Deben habernos enseñado lo pequeños, raros y bellos que somos. Deben habernos enseñado nuestro lugar en la Historia de la Vida y en el Universo. Porque de no ser así, estaríamos cediendo a estas charlatanerías el lugar que podrían ocupar cosas mucho más importantes, ya sea actualidad, cultura, ciencia, arte, deporte o entretenimiento sano.
Es en este panorama televisivo nauseabundo, que los cinco minutillos de Flipy y su «ciencia» podrían ser un oasis, un punto de luz, o «peregrinos en tierras de infieles» por citar a Henry Jones Sr. Pero no es así. No es así porque en vez de acercar la ciencia, la convierte en un escaparate de feria. No importa la reacción, importa lo bonito que queda. Y si se nos olvida el contenido, no pasa nada! Porque mira que bonitas son las luces que hace! Como científicos, deberíamos avergonzarnos de la imagen que pretende representarnos. Un señor vestido con bata y gafas al que apenas se le entiende: la imagen típica del científico? Porque, que yo recuerde, el último congreso en el que estuve era de todo menos una reunión de seres enratonaos…
Recomiendo encarecidamente la lectura de esta carta. Y si, es humor, es entretenimiento, pero no por ello tiene que tratarnos de idiotas. Me encanta el humor! Yo soy el primero que puede hacer chorradas como pianos, e incluso me reconozco como fan de Muchachada Nui. Me encantan los monólogos y las comedias! Hay maneras de hacer humor, y desconectar. Hay maneras de distraerte sin calentarte el tarro. Pero no hace falta caer en programas vacíos que distorsionan la realidad. Porque si seguimos viendo semejantes programillas, les damos audiencia, y entramos en la pescadilla que se muerde la cola: lo emiten porque tiene audiencia, y lo veo porque es lo único que emiten. Y así es como acabamos con una televisión como la que tenemos: mucho ruido y pocas nueces.