Hace ya unos meses, y perdonen por la tardanza, mi colega @ederto preguntaba «¿como se puede saber como eran por fuera si solo se ven «huesos»?», a lo que añadía el hashtag #NoTeRias.
No me río, Eder, y de hecho, como suele decirte, «me alegra que me haga esa pregunta» porque acabas de dar en el clavo de mi especialidad. Y la verdad es que es una pregunta muy legítima. Si encima de los huesos tenemos carne, órganos, grasa, piel, pelo, escamas, plumas, sombreros y zapatillas… y de los dinosaurios sólo tenemos los huesos, ¿cómo llegamos de A a B?
La cosa no es complicada. Partamos de una idea básica: si algo funciona bien, ¿para qué cambiarlo por algo diferente? La evolución funciona igual, siendo en ocasiones muy tacaña, y conservando todas las semejanzas posibles. Si nos fijamos en nuestro esqueleto, el esqueleto de un perro, el de un gatete de instagram, el de un águila real y el de un lagarto, podemos establecer correlaciones. Todos tenemos un cráneo, en efecto. Y una columna vertebral. Pero la cosa va más lejos, porque salvo casos especializados, como pasa con las aves, todos los citados en este ejemplo tienen cinco dedos en las manos y los pies. Todos tenemos en las piernas un fémur y dos huesos posteriores llamados tibia y fíbula (en humanos llamada peroné, porque somos guays y nos cambiamos los nombres, nos creemos los reyes del mambo (o twitstars). Incluso fijándonos en cada hueso, pese a haber diferencias relacionadas con el modo de vida de cada uno, las partes son las mismas, habiendo extremos (que llamamos epífisis) redondeados (a la zona redondeada que se articula la llamamos cóndilo). Todas estas semejanzas se dice que son caracteres u órganos homólogos.
¿Qué pasa cuando echamos un vistazo a lo que cubre a estos huesos? Pues un poco de lo mismo. Pensemos en músculos que nos vengan a la mente: bíceps, tríceps, pectorales, abdominales (nada de tableta, please, la semejanza de unos abdominales a una tableta de chocolate no significa que tengan un origen común, y por lo tanto no son homólogos). Pues bien, volviendo a nuestra lista de animalejos, ¿Qué contramos en ellos? ¡Pues más de lo mismo! Si, los gatetes tienen bíceps, y pectorales. ¡Si, las lagartijas tienen triceps! ¿Y donde se anclan estos músculos? En lugares concretos de los huesos, que llamamos «inserciones músculares». Con frecuencia, y normalmente en función de la fuerza que debe efectuar un músculo, encontramos una cicatriz, rugosidad o bulto en el lugar en que se inserta ese músculo («la X marca el lugar», Prof. Henry «Indiana» Jones).Lo mismo pasa con tendones, uñas y otras estructuras. Por ejemplo, el sistema respiratorio de las aves tiene continuidad con un sistema de sacos y tubos que entran en los huesos, aligerándolos. Por eso se dice que «los huesos de las aves son huecos». Y no existe ningún otro sistema que realice semejantes cavidades en los huesos en todo el grupo de los vertebrados. Otro caso es el de las plumas de las alas, que en las aves llega a desarrollar unas inserciones en uno de los huesos del brazo (la ulna, que llamamos cúbito en humanos).
Todas estas marcas se comprueban como altamente correlacionadas con los huesos en muchos animales actuales. ¿Y qué pasa cuando encontramos un dinosaurio? Pues entonces habrá que mirar las inserciones de sus huesos. Y así es como, de un modo más exacto, o más general, se sabe como era de una manera aproximada la «chicha» que cubriría a un dinosaurio o cualquier otro animal extinto.
¿Y qué piel le ponemos? Pues tenemos la suerte que, en ocasiones, hay fósiles excepcionales que muestran marcas o huellas de sus escamas o sus plumas. Cuando no tenemos estas excepcionales pistas en nuestro dinosaurio problema, recordamos que la evolución es «mu perra», y miramos los dinosaurios más emparentados con él. En última instancia, si no hay más pistas, recurrimos a sus parientes actuales: sus últimos descendientes, las aves, y sus primos los cocodrilos.
Acerca del color no hay tantos datos. Con las técnicas más punteras se ha llegado a proponer coloración en algunas plumas conservadas, pero cuando tratamos con fósiles de más a diario, no queda más que tomar ejemplo de lo que pasa en la naturaleza en la actualidad…
¡Gracias por tu pregunta, Eder!
Referencias de las imágenes: http://stargate.mgm.com, http://www.mediterranea.org, http://www.diarioanimales.com, http://www.pictures-of-kittens-and-cats.com, http://walkingollie.wordpress.com, http://kids.britannica.com, http://www.flickr.com/photos/cybik/, http://www.dkimages.com, http://instagram.com/p/Pg56KOQMU6/, http://copypasterepost.com/tag/cat/
fantástica entrada! Una vez llegué a leer que algunos científicos analizando restos de plumas o protoplumas de terópodos habían hallado vestigios de antiguos pigmentos, por lo que serían «plumas» coloreadas como las de las aves.
x cierto me ha encantado ver en la foto a Jack O’neill, todo un puntazo 😉
Gracias por la respuesta, amigo!! ^^