La extinción de los dinosaurios sigue siendo objeto de debate. Estos impresionantes animales desaparecieron hace 66 millones de años, y aunque tenemos varias armas homicidas en la escena del crimen, aún parece que se genera cierto debate. ¿Fue un evento catastrófico, el impacto de un asteroide, o un evento masivo de vulcanismo el que acabó con ellos? ¿O acaso ya estaban prácticamente extintos cuando estos eventos tuvieron lugar? ¿Se salvó algún dinosaurio?
Gracias al registro fósil sabemos que a lo largo de la historia de la tierra ha habido hasta 5 grandes extinciones. Una a finales del Ordovícico, otra a finales del Devónico, la mayor de ellas ocurrió a finales del Pérmico, una cuarta a finales del Triásico -gracias a la cual los dinosaurios dominaron la Tierra- y la quinta ocurrió a finales del Cretácico, poniendo fin a su reinado.
Cuando se descubrieron los fósiles de dinosaurios por primera vez, como se trataba de reptiles, se interpretaron como gigantescos reptiles lentos de sangre fría, experimentos fallidos condenados a extinguirse. Seres torpes, lentos y estúpidos que gobernaban la tierra porque los mamíferos éramos muy pequeños entonces.
En la segunda mitad del siglo XX, fruto de seguir encontrando nuevos yacimientos de dinosaurios, y fruto de la aplicación de nuevas técnicas a su estudio, se produjeron una serie de descubrimientos que cambiaron esta imagen para siempre. Total, que los dinosaurios pasaron de ser considerados un experimento fallido condenado a extinguirse, a ser un grupo de vertebrados muy diverso y perfectamente adaptado a su medio. Entonces, ¿Qué acabó con ellos?
En los años 80 del pasado siglo XX empezó la carrera por conocer qué les pasó a los dinosaurios. Por un lado, se han descrito toneladas y toneladas de depósitos volcánicos en la India, las traps del Decán, que más o menos coinciden en datación con el tramo final del Cretácico. Se trata de unos depósitos de lavas basálticas de 2000 m de espesor y que cubren una extensión de 500.000 km. Así que imaginaos cómo tuvo que ser semejante erupción, y la cantidad de ceniza y gases que se emitieron a la atmósfera.
En aquel momento también tuvieron lugar los hallazgos que llevaron a la hipótesis de la muerte desde el espacio. Estudiando la tasa de deposición en las rocas sedimentarias de un elemento llamado Iridio -que es muy raro en la corteza terrestre, pero muy abundante en asteroides- apareció una anomalía: una gran concentración justo en el límite que separa el Cretácico, último periodo del Mesozoico, del Paleógeno, primer periodo del Cenozoico. O como solíamos llamarlo antes, Terciario. De ahí que se hablara del límite KT, y ahora, KPg.
Esta gran concentración de Iridio aparecía por todo el planeta, por lo que la única explicación habría sido una gran entrada de asteroides en nuestra atmósfera, o uno o varios impactos. Un impacto bastante grande dejaría una cicatriz, ¿no es así? Y se encontró: en el golfo de México, en la península de Yucatán. Y también de 66 millones de años de antigüedad, lo que cabría esperar de un impacto causante de esa gran extinción.
¿Podrían estar relacionados los episodios de vulcanismo posteriores al límite KPg con el propio impacto? Así lo propusieron en un artículo de 2015 un equipo multidisciplinar encabezado por Mark Richards y que incluía al célebre Walter Álvarez, quien junto a su padre, el físico Luis Álvarez propuso la hipótesis del impacto.
Pero surge una nueva duda. ¿Estaban los dinosaurios en un buen momento en el momento del impacto? ¿O estaban ya de capa caída? Hay quien propone que así era, y que su diversidad ya había caído en picado, o incluso que podrían no quedar dinosaurios en el momento del impacto, cuando el asteroide golpeó la Tierra. Y es que por lo visto no se encuentran fósiles de dinosaurio en los metros justo por debajo del límite KPg.
Pero recientemente se ha arrojado algo más de luz sobre este asunto. Sobre todos ellos. Os dejo con el vídeo:
Referencias:
– Alvarez, L W; Alvarez, W; Asaro, F; Michel, H V (1980). «Extraterrestrial cause for the Cretaceous–Tertiary extinction» (PDF). Science. 208 (4448): 1095–1108. doi:10.1126/science.208.4448.1095
– Renne, P. R.; et al. (2015). «State shift in Deccan volcanism at the Cretaceous-Paleogene boundary, possibly induced by impact». Science. 350 (6256): 76–78.
– Richards, M. A.; et al. (2015). «Triggering of the largest Deccan eruptions by the Chicxulub impact». Geological Society of America Bulletin. 127 (11–12): 1507–1520.
– Seth Burgess (2019). Deciphering mass extinction triggers. Science 363(6429): 815-816. DOI: 10.1126/science.aaw0473
– Blair Schoene, Michael P. Eddy, Kyle M. Samperton, C. Brenhin Keller, Gerta Keller, Thierry Adatte & Syed F. R. Khadri (2019). U-Pb constraints on pulsed eruption of the Deccan Traps across the end-Cretaceous mass extinction. Science 363(6429): 862-866. DOI: 10.1126/science.aau2422
– Courtney J. Sprain, Paul R. Renne, Loÿc Vanderkluysen, Kanchan Pande, Stephen Self & Tushar Mittal (2019). The eruptive tempo of Deccan volcanism in relation to the Cretaceous-Paleogene boundary. Science 363(6429): 866-870. DOI: 10.1126/science.aav1446
– Robert A. DePalma, Jan Smit, David A. Burnham, Klaudia Kuiper, Phillip L. Manning, Anton Oleinik, Peter Larson, Florentin J. Maurrasse, Johan Vellekoop, Mark A. Richards, Loren Gurche, and Walter Alvarez (2019). A seismically induced onshore surge deposit at the KPg boundary, North Dakota. Proceedings of the National Academy of Sciences. doi: https://doi.org/10.1073/pnas.1817407116
Article on The New Yorker: https://www.newyorker.com/magazine/2019/04/08/the-day-the-dinosaurs-died
– Alfio Alessandro Chiarenza, Philip D. Mannion, Daniel J. Lunt, Alex Farnsworth, Lewis A. Jones, Sarah-Jane Kelland & Peter A. Allison (2019). Ecological niche modelling does not support climatically-driven dinosaur diversity decline before the Cretaceous/Paleogene mass extinction. Nature Communications, 10: 1091. doi: https://doi.org/10.1038/s41467-019-08997-2