Hace meses que salió el primer tráiler de Jurassic World. Y al final del mismo, veíamos como cuatro raptores salían de sus cubículos y se unían a Owen Grady, el protagonista de la película, montado en moto. La escena, que a mí me provocó piel de gallina y humedecimiento de ojos, hizo que muchos se tiraran de los pelos. ¿Qué es eso de raptores amaestrados? ¡Si son máquinas de matar perfectas! Pues chicos, si aún estáis en contra de una mínima relación (ojo, aún no sabemos hasta qué punto controla Owen a sus bichos) es que no recordáis la primera cinta tanto como decís. Así que hablemos de Parque Jurásico, de etología, y de cómo pueden estar «amaestrados» los raptores de Owen.
En Jurassic Park (1993), cuando el grupo visita los laboratorios de Parque Jurásico, un huevo empieza a temblar. Un dinosaurio chiquitín se agita en su interior y ha llegado el momento de nacer. John Hammond lo ve, y corre a su encuentro a grito de «Henry, ¿por qué no me ha avisado?». Al parecer, John Hammond estaba especialmente interesado en estar presente cuando nacen todos los animales clonados en los laboratorios de InGen en Parque Jurásico. Porque, al parecer «se les graba en el cerebro la primera criatura que ven al nacer», y eso «les ayuda a confiar en él».
¿A quién ha visto primero?
Lejos de ser una excentricidad magufera de un millonario, el Señor Hammond está haciendo referencia al proceso de «impronta». La impronta es un término con el que se describe en Etología (estudio del comportamiento animal) a cierto tipo de aprendizaje temprano en algunos animales. Este aprendizaje tiene ciertas características peculiares, como que no necesita de un ensayo-error, y que tiene un periodo crítico, por lo tanto sólo ocurre en cierta etapa del crecimiento. ¡Sin reválidas ni recuperaciones! El primero en describir un comportamiento relacionado fue Douglas Alexander Spalding, que describió cómo un pollito recién nacido seguía a cualquiera que se moviese a su lado, ya fuese su madre, un pollo más grande, un ornitorrinco o un ser humano. Spalding lo decribió como un «instinto a seguir» previo a toda experiencia. Descubrió así mismo, que este tipo de instintos no sólo se basan en la vista, sino en todos los sentidos. Mucho tiempo después, sin embargo, fue Konrad Lorenz (padre de la Etología junto con Niko Timbergen, ambos ganadores del premio Nobel por su trabajo en comportamiento animal) quien describió extensamente este fenómeno. Lorenz contó que siendo niño, le regalaron unos patitos recién nacidos, y que a la larga, estos patitos les seguían a él y a una niña amiga suya como si se tratase de sus padres. Así mismo, definió el periodo crítico como la ventana de tiempo durante la cual el entorno actúa irreversiblemente en el desarrollo de la conducta de toda la vida. O lo que es lo mismo, que te marca de por vida, y no puedes hacer nada por impedir sus efectos.
¡Que viene papá Lorenz! ¡Que vienen sus patitos!
¿Qué importancia tiene todo esto? Veamos. Cuando naces, ya seas humano, un jabalí, un perro o un velocirraptor clonado, ¿cómo sabes qué clase de criatura eres? ¿Acaso llega alguien y te dice en idioma bebé «eres un Homo sapiens» o en idioma raptor «eres un Velociraptor mongoliensis, pero no te preocupes por el apellido, no es nada personal»? Así pues, ¿cómo sabe un perro que es un perro? Precisamente por su impronta.
Los animales saben a qué especie pertenecen porque quedan marcados a través de todos sus sentidos en sus etapas más tempranas, viendo, oliendo y experimentando a sus hermanos y padres. De modo que ese aspecto, olor, o la característica que sea, queda grabado como un DNI. Por eso los patos creían que Lorenz era su padre, porque no habían tenido contacto con más patos, sino que la figura parental habían sido Lorenz y su amiga (la que por cierto, según parece, acabó siendo su esposa). A la impronta responsable de la identidad de especie y aprendizaje de comportamientos generales se le denomina como «impronta filial». La impronta, no obstante, es también la responsable del «instinto» de cualquier animal de aparearse con miembros de su especie y no con otras (salvo casos «especiales»). En este caso, se habla de «impronta sexual».
Por lo tanto, cuando John Hammond pretende que los dinosaurios confíen en él, lo que hace es improntarlos. Eso si, estar presente únicamente en el nacimiento no sé hasta qué punto es válido. ¿Alguien ha estudiado el comportamiento de estos animales? ¿Cuando empieza y termina su periodo crítico? ¿Puede
Sarah Harding aportar algo de luz al asunto? ¿Puede solo una cara durante un instante quedarse grabada para toda la vida, o el señor Hammond estaba flipando?
No me cabe la menor duda, si Owen ha sido capaz de controlar de algún modo a su «Raptor Squad» es por este fenómeno. Real como la vida misma.
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